martes, 16 de junio de 2009

Invierno porteño


Ciudad monstruosa que nos oculta de siniestras verdades y banales exorcismos. ¿Qué se esconde detrás de esos muros de metal? ¿Qué fuerzas ocultas nos empujan al vacío sideral?

Estoy cansada, exhausta de tanta alegría lastimosa y ajena. Ya no creo en nada, todos son “nadies” para mí y cuesta vivir en un mundo sin dioses a los que adorar. ¿Acaso está permitido vivir sin religión, soñar sin barreras ni futuras confesiones?

Y recuerdo que después de todo somos libres, a pesar de tanta mentira a flor de piel y frases hechas, a pesar de todo, podemos jugar con esa libertad inventada, anhelada y encontrada, al fin.