viernes, 22 de mayo de 2009

Monólogo

El aire parece contaminado de una sensación peculiar, indefinida, que nos vuelve inciertos y agrios. Hace tanto que no escucho, ni leo, ni vivo como me gusta hacerlo. Es como si la vida que viviéramos por momentos no fuese nuestra, pero aún pareciéndonos una vida ajena, la vivimos de igual forma.


Y me encrapicho en vivir de otra manera, más relajada, en una conexión permanente con todo lo que me rodea, olores, texturas, sensaciones. Ya no camino por las calles mirando al cielo, ya mi pollera no gira al viento; ahora camino apurada y mirando al suelo.


El tiempo se ha vuelto superficial, tantos días soleados y aparentemente serenos me hacen desconfiar, siento aproximarse una tormenta. ¿No encuentras cierta similitud entre el estado del tiempo y nuestro estado? ¿Acaso no esperamos esa tormenta con la esperanza que se lleve con ella esa vida ajena que no nos pertenece?

Demasiadas preguntas, infinidad de respuestas y la tormenta se acerca. Sé, que la paciencia nos enriquece y el dolor nos enseña que siempre que caemos es posible volverse a levantar, por eso confío que esta tormenta, como tantas otras, también pasará.